“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.
Josué 1:8
Esta fue la receta del éxito que Dios le dio a Josué para su camino, cuando este como seguidor de Moisés asumió la tarea de dirigir al pueblo a través del Jordán y conquistar la tierra. A lo largo de nuestra vida también llegamos una y otra vez a nuevos comienzos y a conquistas de nuevos límites, en los cuales el desánimo y la depresión nos asechan, y necesitamos escuchar la amorosa palabra de aliento de nuestro Padre celestial. Pero solo una palabra de aliento a estar animado, consolado y gozoso no basta. La confianza y la seguridad tienen que ser afirmadas una y otra vez mediante la contemplación rutinaria de Su Palabra, pues ella nos da a conocer las grandes proezas del Señor. Al meditar en su Palabra no nos olvidaremos de cuántas cosas buenas Él ya ha hecho con nosotros. Meditar y estudiar su Palabra fue el secreto del éxito de Josué, el cual también está a nuestra disposición. Dejarnos guiar por su Palabra garantiza que todo nos salga bien, Dios le prometió esto a Josué: “porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Debemos practicar la Palabra de Dios, y como consecuencia se hará realidad también para nosotros la siguiente promesa que Dios le hizo a Josué: “Porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (v. 9). Por eso, al culminar los días de Josué leemos: “No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió” (Josué 21:45). Dios cumple sus promesas. Depende de nuestra obediencia a Él hasta qué punto las pueda hacer efectivas y hasta dónde pueda ampliar nuestros límites.
Por Fredi Winkler
