“Examinadlo todo; retened lo bueno”.
1 Tesalonicenses 5:21
Pablo nos exhorta a “examinarlo todo”. ¿Qué significa en realidad este examinar? ¿Qué es lo que debemos examinar? ¿Con qué medida debemos examinarlo? ¿Cuál es el fin de que algo se examine? Examinar significa analizar algo, comprobar si es genuino o comparar una cosa con otra. Así como el Señor Jesús, a su tiempo, siempre debió defenderse de las falsas doctrinas, tampoco nosotros deberíamos aceptar siempre todo lo que escuchamos, sino más bien deberíamos examinarlo, ya que existen muchas falsas doctrinas que no coinciden con las enseñanzas bíblicas. Su contenido, o va más allá de la Biblia, o queda en silencio ante muchas situaciones importantes, o está fuera de contexto. Tomemos, por ejemplo, a los creyentes de Berea. Ellos examinaban el contenido de las prédicas (incluso las del apóstol Pablo) con base en las Escrituras del Antiguo Testamento, porque hay falsos apóstoles, los cuales deben ser reconocidos como tales (2 Corintios 11:13). La Biblia nos exhorta varias veces a examinar cualquier profecía o lo que se nos presenta como tal. Deberíamos hacer eso siguiendo algunos criterios. Por ejemplo: ¿Se cumple lo que se profetiza? ¿Qué fruto da? En 1 Juan 4:1, la Palabra de Dios nos exhorta lo siguiente: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios…”. Por medio de un discernimiento entrenado, deberíamos aprender a diferenciar lo bueno de lo malo. Pero no olvidemos someter nuestras propias obras a un test de veracidad a la luz de la Biblia, ya que ella es el fundamento de nuestro examen. Por eso queremos hacer del Salmo 26:2 nuestra oración diaria: “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.
Por Walter Dürr