“El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios”.
2 Samuel 23:2-3
¡Cuánta seguridad y convicción emanan de estas últimas palabras de David! Su vida no sucumbió en dudas, decepción, lamentos ni intenso sufrimiento. Él conoció personalmente al Dios de Israel, pues el Todopoderoso, en su gran amor y misericordia, busca el contacto con nosotros. El “canal de comunicación celestial” proviene de Israel, pues desde allí viene nuestra Biblia. Dios se manifestó en ese lugar casi de forma exclusiva. Por eso David lo llama “Dios y Roca de Israel”. Esto no tiene nada que ver con vago misticismo o sacrificios religiosos. Dios no solo habló en cualquier parte y en cualquier momento. ¡No! Él le habló personalmente a David y pudo moldear y utilizar esta vida que estaba a su disposición. Dios lo hizo de tal manera que hasta pudo hablar mediante su siervo a otras personas, y especialmente pudo hacer alusión al Mesías a través de los muchos Salmos proféticos. Dios nos quiere recordar hoy su eterna redención y nuestro hogar con Él en el cielo. Al mismo tiempo nos quiere utilizar como embajadores que den a conocer ante otros lo que Jesús ha hecho en la cruz del Gólgota a favor nuestro. Ese es el tema central de Dios. Se lo conoce como “las buenas nuevas”. ¿No deberíamos gozarnos y sentir una carga por ellas? ¡Pues entonces es tiempo de orar al respecto!
Por Reinhold Federolf