“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
Juan 14:6
Un grupo de escaladores se aproxima a la grieta de un glaciar. El guía la reconoce y exhorta al grupo a transitar por otro camino para sortear el obstáculo. Aconseja que todos permanezcan en su cercanía y que no abandonen el camino, ya que solo él conoce el camino seguro que los llevará hacia la meta. Más de uno puede decir: “Pero tal vez haya más de un camino hacia la meta”. Sin embargo, la Biblia es clara: solo Jesucristo y nadie más que él puede traer salvación. En todo el mundo, Dios no ha dado a conocer otro nombre por el cual pudiéramos alcanzar la salvación (Hechos 4:12). Vale destacar esto: ¡En todo el mundo! O sea que en los países islámicos no se puede alcanzar la salvación mediante Mahoma; tampoco en el lejano oriente mediante las divinidades orientales. ¡En todo el mundo el único que puede salvar es Jesucristo, el Hijo de Dios! Para muchos esta exclusividad de Jesús es arrogante e intolerante, pese a que Él mismo dijo: “…nadie viene al Padre, sino por mí”. ¿Pero qué pasa si esto es verdad? ¿No sería necio si le dijera a su guía: “No voy por este camino, seguramente debe haber otro”? Lisa y llanamente iría directo a su perdición. Los primeros cientos de metros tal vez serían sencillos y cómodos, y pensaría: “Lo dije desde un principio, existe un mejor camino”, ¿pero realmente llegaría al destino? Crea y confíe en Jesucristo, pues solo Él lo guía por el camino correcto y lo lleva con seguridad hacia la meta de la vida eterna.
Por Thomas Lieth