“Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne”.
Cantares 2:15
Cuando en una oportunidad caminaba por las calles de nuestra ciudad, me llamó la atención una casa en cuya fachada había comenzado a crecer un arbolito a unos cinco metros del suelo. Yo me pregunto: ¿Cómo puede haber llegado allí? ¿Cómo pudo arraigarse y además alcanzar ese tamaño? Probablemente se haya iniciado con una pequeña fisura en la pared de la casa, a la cual el propietario no había dado mayor importancia. Lentamente, se comenzó a juntar allí polvo y humedad y el viento o tal vez un pájaro llevó una semilla hasta allí. Al abrigo de la fisura, esta comenzó a germinar. Las raíces se enterraron profundamente dentro del cemento, provocando nuevas fisuras. El árbol creció, pero nadie se preocupó por él. Si no se hace nada al respecto, aquella casa pronto será inhabitable. Lo mismo sucede con nosotros. En el matrimonio, la iglesia y sobre todo en la vida personal, el pecado comienza por una “pequeña fisura”. Estas pequeñas “zorras” que son consideradas tan inofensivas pueden provocar grandes daños si no son atrapadas a tiempo. Las pequeñas “zorras” pueden ser egoísmo, materialismo, envidia, falta de comunicación con Dios y los hermanos en la fe, calumnias y muchas otras cosas. Si desde un principio no se las atrapa, las consecuencias pueden ser fatales. ¿Por qué no da vuelta la hoja y hoy mismo comienza de nuevo? Jesús puede hacer nuevas todas las cosas, tan solo debemos pedírselo y entregarle toda nuestra vida como sacrificio. El Señor hará florecer nuevamente nuestra vida para que llevemos fruto para su honra.
Por Stephan Beitze
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MUCHAS GRACIAS Y BENDICIONES!!!