“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
Colosenses 1:9
En el día de hoy, llegarán a nuestros oídos diversas noticias. Mientras los medios de comunicación nos bombardean incesantemente con las mismas, parecería que muchos hijos de Dios ya no tienen motivos por los cuales orar. Eso sucede porque no retienen los motivos que escuchan y no los vuelven una petición de oración. Una buena ayuda podría ser una lista de oración. Un boletín misionero también nos puede proporcionar información importante que podemos llevar delante del Señor. Pero también nuestro prójimo en nuestro lugar de trabajo, en el vecindario, en el grupo casero o en la iglesia nos puede proveer un motivo de oración con las necesidades o bendiciones que experimenta. Especialmente en aquellos casos en que el Señor una y otra vez nos recuerda un determinado motivo, no deberíamos hacer oídos sordos a su llamado a orar. Otra ayuda también es crear conciencia de la necesidad que hay tras cada petición de oración. Aquello que nos preocupa, nos hace doblar las rodillas y ayuda a poder sortear nuestra pereza interna e interceder por otros. “Desde (…) que lo oímos”, ya no podemos excusar nuestra falta de oración. Por eso deberíamos rutinariamente a una determinada hora doblar nuestras rodillas ante Dios. “No cesamos” significa ‘tomarse el tiempo y una y otra vez para volver a orar sobre lo mismo’. Tal vez hasta encontremos a otra persona que interceda con nosotros, con la cual nos podamos reunir. Hay una promesa especial en esta práctica. “Desde el día” que hemos recibido una petición, tenemos la oportunidad de colaborar con Dios en su obra y de volverlo a experimentar. “Desde el día” que comenzamos a orar, podemos esperar confiadamente la respuesta a nuestra súplica.
Por Eberhard Hanisch