“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”.
2 Timoteo 2:19
Una y otra vez ha sucedido que edificios se han derrumbado porque en algún lugar se descuidó el trabajo. Una vez puede haber sido debido al uso de materiales de baja calidad, otra vez la cuestión está en el fundamento. El arquitecto, que todo lo calcula, juega un rol muy importante en la construcción. En la construcción de la cual somos parte, no cualquiera es el arquitecto, sino Dios mismo. La Biblia dice que esta construcción divina es firme. La palabra “pero” nos habla de que hay cosas que pueden debilitar la construcción. En los versículos previos Pablo habla acerca de falsos maestros que se han apartado de la verdad. El enemigo intenta destruir la construcción de Dios a través de ellos. Nuestra época está especialmente caracterizada por falsos maestros, Jesús dijo: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” (Mateo 24:11). Por eso es importante estar velando. Pero la garantía de nuestra construcción es Dios mismo. Él la selló con la inscripción: “Conoce el Señor a los que son suyos”. Si usted es un hijo de Dios, el Señor también lo conoce a usted. ¡Él sabe qué necesidades tiene hoy! La expresión: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” nos llama a estar atentos. El enemigo una y otra vez nos quiere arrastrar hacia el pecado, aunque solo fuere preocupándonos. Hará esto hasta el fin de nuestros días. Por eso es necesario que, si hemos cedido a la iniquidad, cargando culpa sobre nosotros, echemos mano del perdón. La sangre de Jesús limpia todo pecado.
Por Markus Steiger