“¿Qué caviláis en vuestros corazones?”.
Lucas 5:22
Pese a que Jesús conocía perfectamente los pensamientos de quienes estaban a su alrededor, formuló esta pregunta clave. En el versículo anterior dice que los escribas “comenzaron a cavilar”. Parecía ser algo positivo. Pero, lamentablemente, es una propiedad del corazón humano poner todo en tela de juicio. Ya desde la niñez se manifiesta una ideología negativa y destructiva. ¿No es común que un niño siempre quiera hacer lo contrario a lo que sus padres le piden? Si nuestro corazón no está colmado de la presencia de Dios, de su santidad y sus pensamientos, otra cosa asumirá el poder sobre nosotros. Nos gobernarán entonces pensamientos de disconformidad, pecado e incredulidad. Ninguno de nosotros está libre de esto. Hasta los más allegados e íntimos del Señor, sus discípulos, abrieron su corazón a pensamientos que no eran de Dios: “Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor” (Lucas 9:46). Todo pecado comienza en el corazón, en los pensamientos. No en vano dice la Biblia que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos. Como cristianos de estos tiempos finales vivimos en un mundo lleno de injusticias y de pensamientos de una bajeza insondable. Mediante nuestros sentidos somos confrontados con ellos. No lo podemos cambiar, pues vivimos en este mundo. Pero sin lugar a dudas somos responsables si tales pensamientos se apoderan de nuestro corazón. En otra porción el Señor hasta nos dice: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” (Mateo 9:4). Pablo conocía este problema. Por eso le escribe a los filipenses: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).
Por Peter Malgo