“¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?”.
Nehemías 4:2
(Cabe destacar que en la traducción alemana de la Biblia, entre la primera y la segunda pregunta aparece otra que dice: ¿Quieren fortalecer para sí a Jerusalén? – N. del T.). El enemigo anuncia la verdad de Dios. Sin quererlo, expresa mediante cuatro preguntas burlonas (serían cinco en alemán, N. del T.) verdades inalterables que también se aplican a nuestras vidas:
1. Somos personas débiles. Los cristianos son un pueblo sin poder, un pueblo en el que Dios hace todo. “No temáis, manada pequeña” (Lucas 12:32), nos alienta el Señor.
2. Jerusalén, el centro, es fortificado. La Escritura dice que es bueno que el corazón, el centro de nuestra vida, sea fortificado por la gracia de Jesús.
3. En la inauguración de la muralla, en la época de Nehemías, aún se ofrecían sacrificios de animales. ¡En esa misma ciudad, siglos más tarde, habría de ser ofrecido el mayor de los sacrificios a favor suyo y mío: Jesucristo! ¿Acepta usted este sacrificio?
4. Si lo aceptó, se irá perfeccionando dentro de usted.
5. Eso significa que Dios ha vuelto a dar vida a las piedras muertas y a los montones de polvo de una vida destrozada.
Si en su vida esto ya es una realidad, el enemigo de Dios no podrá hacer otra cosa que aceptar lo que la gracia de Jesús ha obrado en usted, aunque lo haga con crujir de dientes. La burla solamente quiere cubrir el temor. El enemigo sabe muy bien que le resta poco tiempo. Jesús vuelve pronto y trae la consumación de aquello que su obra de gracia ya ha conseguido a favor nuestro. El sacrificio está en el centro de la cuestión. ¿Jesús está en el centro de su vida?
Por Stefan Hinnenthal
1_Nota del Traductor