“¿Por qué me buscabais?”.
Lucas 2:49
Esto le preguntó Jesús a sus padres. Todos nosotros buscaríamos a un hijo si se nos perdiera. Desde ese punto de vista, la pregunta de Jesús es llamativa. Sin embargo, Jesucristo reveló aquí por primera vez su identidad divina como Hijo de Dios. La pregunta en cuestión es: “¿Me buscaron como el Hijo de Dios?”. Eso va mucho más allá de lo que hicieron sus padres terrenales. Ellos estaban acostumbrados a tener a Jesús como hombre a su lado. Sin lugar a dudas estaban conscientes de que Él era más que “solo” un hombre. Pues los acontecimientos en su nacimiento tienen que haber dejado en ellos una impresión imborrable. Pero han pasado algunos años en los cuales Jesús estuvo con ellos como hombre. Estaban acostumbrados a eso, hasta el momento en que tuvieron que buscarlo por tres días. De alguna manera se representa aquí lo que acontecería en el Gólgota. El Hijo de Dios y hombre Jesucristo muere en la cruz y resucita de la muerte tras tres días. También en este caso surge la pregunta: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6). Nuestro problema tal vez consista en que nos hemos acostumbrado a Jesús. Vino a nuestra vida. Muchas cosas cambiaron, fueron hechas nuevas. ¿Hasta qué punto aún lo buscamos como al resucitado Hijo de Dios? En Juan 7:33-34 leemos: “Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. Me buscaréis, y no me hallaréis”. Jesús quiere que lo encontremos, pero para hacerlo se requiere mucho más que una devota costumbre. Un encuentro con Jesús es el ingreso a la gloria de Dios. Y este acontecimiento es nuevo cada día.
Por Peter Malgo