“Y (Jesús) a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados (…) Tu fe te ha salvado, ve en paz”.
Lucas 7:48, 50
Juan el bautista, encarcelado e inundado por la duda, manda a dos de sus discípulos hacia Jesús para formularle la siguiente pregunta: “¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?” (Lucas 7:19). Jesús les respondió: “haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (v. 22). Todos estos son milagros que dan testimonio de que Jesús realmente es aquel que había de venir. Milagros que a nivel espiritual tienen efectos maravillosos si es que proceden de una verdadera conversión. Pues alguien que ha vuelto a nacer, ha dejado de ser espiritualmente “ciego” con relación a Dios y a sí mismo. Sus oídos y su corazón se abrieron al mensaje de amor que le ha dirigido el Señor. Si era “cojo” o si “rengueaba”, ahora camina para servir en las cosas del Señor. Liberado de su “lepra” –que ilustra al pecado–, es limpio y quiere ahora hablar de su médico celestial. Había estado muerto en sus pecados y transgresiones, pero ahora está vivo en la resurrección de Jesucristo y tiene vida eterna. Todas estas preciosas y benditas realidades también eran para aquella pecadora de Lucas 7. Salvada por la fe y feliz de haber escuchado “Tus pecados te son perdonados”, se fue en paz testificando acerca de la maravillosa gracia de Dios en Cristo Jesús.
Por Jean Mairesse