“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.
2 Pedro 1:3
¿Qué sucede con un motor al que le falta aceite? ¡Pronto se rompe, se funde y se vuelve inútil! Para poder funcionar tiene que estar bien la conexión de la bomba de aceite, de manera que reciba constantemente el lubricante; solo entonces obtiene la lubricación necesaria. ¿Qué sucede con las personas que no están conectadas a la fuente de poder divino, al aceite espiritual? Se funden. Por gracia Dios nos dio todo lo que necesitamos para vivir. Y él no hace cosas a medias. Si dice “todo” es porque realmente ha sido todo. En nuestra vida de fe hemos tenido un buen inicio. Éramos esforzados y llenos del aceite divino, y caminábamos sobre las pisadas correctas, en las huellas de Dios. Pero entonces comenzamos a ponerle límites mediante nuestras dudas y titubeos. Reaccionamos con rechazo a la tarea que Él nos quería encomendar y que nos tendría que haber llevado más lejos en la fe. Nos conformamos con aquello que ya hemos alcanzado, y con eso nos fundimos como lo hace un motor. Deberíamos permitir que “aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” nos vuelva a dar, a regalar. Por eso nuestro deseo hoy debería ser este: “Señor, lléname de tu poder, lo necesito todos los días”. Entonces estaremos conectados con la fuente de la cual mana el aceite, el cual le da poder a nuestro servicio y a nosotros nos hace útiles para su obra. A eso estamos llamados, a ser útiles. ¡En este “estamos” también está incluido usted!
Por Markus Steiger