
“¿Dónde está vuestra fe?”.
Lucas 8:25

Es fácil hablar de la fe cuando todo es previsible. Pero la definición de la fe es totalmente distinta, según vemos en Hebreos 11:1: es “…la convicción de lo que no se ve”. Es sorprendente: En nuestro mundo moderno existen tantas cosas que en el fondo no entendemos ni comprendemos, y ni hablar de poderlas explicar. Pero sin dudar subimos a un avión o nos encomendamos a la medicina con técnicas ultramodernas. Mientras tengamos la certeza de que humanamente todo está asegurado, no tenemos ningún problema. Nuestra “fe” muchas veces termina allí, donde se acaban nuestras posibilidades. Esto mismo les sucedió hasta a los más allegados de nuestro Señor Jesús. Por causa de una tormenta que llevó a su barca a una situación desesperante, los discípulos aterrados gritaron: “¡Maestro, Maestro, nos hundimos!” (Lucas 8:24, TLA). Aquí se muestra la verdadera gloria de nuestro Señor: ¡allí, donde nuestras posibilidades terminan, él pone en práctica las suyas! Allí, donde el raciocinio ya dejó de ver una salida, el Señor preparó un camino. Allí, donde nosotros ya hemos llegado hasta lo último, él tiene un comienzo. “¿Dónde está vuestra fe?”. El temor de los discípulos en aquellas turbulentas olas era muy comprensible. De ninguna manera habían contado con esta clase de dificultades, pues Jesús estaba con ellos. Y aun así vinieron las olas…
Deberíamos estar conscientes de esto: vivir y andar en la presencia de nuestro Señor Jesucristo no significa navegar siempre en aguas tranquilas. Hoy, más que nunca, la fe es “…la convicción de lo que no se ve”. ¿Cómo está su fe, querido lector?
Por Peter Malgo