“Mas Jesús callaba”.
Mateo 26:63
En silencio Jesús se fue aproximando al lugar del juicio. Sobre el Gólgota la cruz lo estaba esperando. Y cuando estuvo colgado allí entre el cielo y la tierra, cargando el pecado de todo el mundo, Dios calló. La oscuridad pesaba sobre el alma del Señor. Con mucha ligereza nos agrada decir: “Jesús, cada día quiero ser más como tú”. Pero deberíamos examinarnos seriamente con relación a lo que decimos cotidianamente: ¿Jesús también diría esto o aquello? Somos rápidos para defendernos, para justificarnos, para juzgar a otros. Y aun fuera de eso, frecuentemente es poco o nada lo que en nuestra vida puede verse en cuanto a la comunión con el sufrimiento de Jesús. La identificación verdadera con nuestro Señor nos lleva muchas veces por caminos que no comprendemos. Hasta puede ser que tengamos la impresión de que hemos sido abandonados por todos, hasta por Dios. El Espíritu Santo, que está en nosotros y nos fue dado como Consolador, pareciera ya no estar más. Jeremías, el profeta llorón, se identifica con el sufrimiento de este escalón superior: “…porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma” (Lamentaciones 1:16). Qué tremendo sería si Dios por un instante alejara su mano de nosotros. De seguro que nunca lo hará, pues fuimos comprados a muy alto precio con la sangre de Su Hijo. Pero es posible que nos conduzca a través del sufrimiento, a situaciones en las cuales todo a nuestro alrededor es sombras. Dígale “sí” a este camino. Sin lugar a dudas, el rayo de luz de la misericordia aparecerá tras las oscuras nubes. No pase de largo el Gólgota. Parecerse más a Jesús significa andar con Él por el camino del sufrimiento. ¡Él hizo todo por nosotros! ¿Cómo no hacer nosotros todo por Él y ser partícipes de Su sufrimiento?
Por Peter Malgo