“…¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas”.
Juan 21:16
Jesús prueba la autenticidad del amor de Pedro por medio de su disposición para el servicio. En realidad, el amor hacia Jesús se comprueba cuando somos capaces de poner a su disposición todo lo que somos y tenemos. En Mateo 20:28 Jesús expresa su propio sentir con estas palabras: “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Como discípulos de Jesús, debería haber el mismo sentimiento también en nosotros. El propósito de nuestra vida debería ser servir de todo corazón a los intereses y las cosas del Señor. Pues el objetivo de Dios es de una importancia tan tremenda que todo lo demás debería quedar en segundo plano. Jesús también dice: “El que ama su vida (y vive para sí mismo satisfaciendo sus deseos), la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo (entregándola en servicio al Señor, tal como Jesús mismo lo hizo), para vida eterna la guardará” (Juan 12:25). En el siguiente versículo, Jesús continúa diciendo: “…donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. La falta de disposición en la vida de un cristiano, el servir al Señor incondicionalmente poniendo todo a su disposición, es una señal de que la comunión con Él no está del todo en orden y que hay otras cosas entre el Señor y el creyente. ¿Qué tal está la postura de su corazón hacia Jesucristo? ¿Realmente tiene el primer lugar en su vida? ¿Esto provoca un efecto práctico en su vida diaria, de manera que usted sea una carta legible de Cristo? “…¿me amas?”.
Por Werner Beitze