“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”.
Mateo 7:12
Cierta vez un hombre comentaba muy orgulloso que desconectaría el cuentakilómetros de su auto alquilado para así estar dentro del límite de kilómetros establecido. De esa manera ahorraría mucho dinero cuando más tarde devolviera el coche. Sus interlocutores estaban entusiasmados con la genial idea y lo felicitaban. Cada uno de ellos le expresó su admiración. Es más, todos hubiesen querido hacer lo mismo. ¿Pero cómo reaccionarían estos señores si al comprar un auto usado más tarde tuvieran que comprobar que el kilometraje real es mucho más elevado del que indica el cuentakilómetros? Cualquiera estaría indignado y hablaría de engaño, e inmediatamente correrían al abogado más cercano para exigir sus derechos. ¿Podemos ver lo paradójico que es nuestro mundo? ¡Sin normas, valores ni mandamientos! Pero los mandamientos de Dios son buenos y sencillos: “…amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18) y “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. ¿Le gustaría que lo traten con amabilidad, cortesía y cariño? ¡Entonces sea usted mismo amable, cortés y cariñoso! ¿Quiere usted poder expresar su opinión y que esta sea respetada? ¡Pues obre usted de igual manera! ¿Quiere que le sean sinceros? ¡Entonces no mienta! ¿Quiere que le cuiden sus pertenencias? ¡Entonces no robe! Etc. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2) y “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10), eso es lo que enseña la Biblia. ¿Por qué no comenzamos hoy mismo a ponerlo en práctica?
Por Thomas Lieth