“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Hebreos 4:12
Aquel que lee esforzadamente la Palabra y la aplica a su vida le da a Dios la posibilidad de santificar profundamente su vida y su ser. En vez de confiar en la meditación, técnicas de hipnotismo y la música, deberíamos confiar en la Palabra de Dios para que esta penetre en nuestro ser y nos pueda sanar. Es viva, llena de gracia divina y ha de dar vida a lo muerto. Es una espada filosa para apartar todo foco patológico. Las heridas de corte limpio son las que mejor vuelven a sanar. Tiene dos filos porque siempre tenemos que dirigir uno de los lados hacia nosotros. La Palabra de Dios también corta el alma y el espíritu. Se dice que el alma es la vida carnal y el espíritu es la espiritual. En realidad, la sanidad aún es más profunda: ambas, alma y espíritu, tienen parte tanto del viejo como del nuevo hombre. Los “deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11), son los mismos deseos de Gálatas 5:17: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu”. Con el alma, muchas veces identificada como “carnal”, podemos adorar a Dios (Lucas 1:46-47).Y en el espíritu, supuestamente “santo”, pueden encontrarse horribles manchas en los creyentes (2 Corintios 7:1). Por eso Dios quiere partir, pero no entre, sino precisamente en cada componente individual de nuestro interior: corazón, alma, mente y espíritu. El corte no es entre coyunturas y tuétanos, sino que dos coyunturas son separadas entre sí. Y el hueso es partido hasta el tuétano. Permita que en este día Dios, mediante Su Palabra, penetre su ser.
Por Eberhard Hanisch