“Amigo, ¿a qué vienes?”.
Mateo 26:50
Hasta en el preciso momento en que Judas estaba enfrentado a Jesús para besarlo con una actitud traicionera, Jesús lo llama amigo. Le ofrece a Judas la última oportunidad de permanecer siendo amigos. También entre nosotros los cristianos existen algunos que llevan una doble vida sin dar crédito a la gran obra de nuestro Señor. Aparentemente, todo está en orden, dan a entender que son seguidores de Jesús. Y, sin embargo, son personas que están en la posición de traicionar en cualquier momento a su Señor. ¿No estaremos escuchando ahora mismo esas conmovedoras palabras de nuestro Señor “¿a qué vienes?”? “Amigo, ¿a qué vienes?”… En aquel entonces Jesús dirigió estas palabras a Judas, quien había venido para entregarlo. Pero esta pregunta hoy día es más actual que nunca. Es válida para cada uno de nosotros. Pues una de las señales de los tiempos finales es la traición: “…y se entregarán unos a otros” (Mateo 24:10). La traición está aumentando, especialmente la traición a nuestro Señor. Muchos participan en la iglesia, pero igualmente están en condiciones de apartarse en cualquier momento de Jesús. No son pocas las veces en que lo hacen aparentando piedad, si es necesario hasta con un beso y tras una fachada de autojustificación y presunción. Nuestro Señor Jesús pregunta: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6:67). Apartarse e irse siempre es el camino sencillo. Pareciera que entonces las dificultades y los obstáculos son quitados del camino. Algunos hasta piensan que si todo se encamina nuevamente después de haber actuado así, están ante una confirmación del Señor. Pero no es así. La batalla de la fe con la declaración “Pero nosotros no somos de los que retroceden” (Hebreos 10:39) nos lleva por un camino muy distinto. ¡Permanezcamos fieles sobre esta senda hasta que el Señor vuelva!
Por Peter Malgo