“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”.
Juan 19:30
Qué tremendo alcance hubo y hay aún hoy en estas últimas dos palabras del Señor: “Consumado es”. Estas dos palabras pueden transformar a pobres y perdidos pecadores en personas felices y dichosas. Pueden transformar un corazón abatido en uno lleno de júbilo. Desde aquel momento en que estas palabras resonaron sobre el mundo, todo cambió. Desde este momento, por mencionar lo más importante, la muerte fue vencida. La muerte que poseía un terrible poder sobre los hombres. Dice en Hebreos 2:15 que los hombres “por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”. Pero cuando aquellas palabras resonaron, “Consumado es”, se terminó el poder de la muerte. ¡Qué poder proveedor de vida tan maravillosa se encuentra en estas dos palabras: “Consumado es”! Pero quisiera, sin embargo, hacer alusión también a la siguiente realidad: la medida en que experimentamos una y otra vez estas preciosas palabras, “Consumado es”, depende de cuán cerca estemos en espíritu de la cruz. Existen muchas personas que se denominan cristianas, pero a menudo se detecta en sus vidas muy poco de la obra consumada sobre el Gólgota. ¿Por qué? Porque no están lo suficientemente cerca de la cruz. Estas dos palabras, “Consumado es”, recién se harán visibles en todos los aspectos de nuestra vida cuando pasemos diariamente un tiempo junto a la cruz, si nos ocupamos en esto y lo llevamos en el corazón. Solo de esta manera 2 Corintios 2:14 se vuelve una maravillosa realidad. Allí dice: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”.
Por Marcel Malgo