“¿Me amas?”.
Juan 21:16
El resucitado Señor Jesús dirige estas palabras a Pedro. Pues el arrogante Pedro había fallado en la hora de la prueba. Y esto sucedió a pesar de que poco tiempo antes le había prometido al Señor que estaba dispuesto a morir por Él. No obstante, negó a su maestro. Ahora Jesús prueba el corazón de Pedro para ver si lo amaba por encima de todas las cosas. Hoy Jesús nos pregunta a nosotros si realmente lo amamos de corazón. Nuestro amor hacia Él no se expresa en primera instancia a través de nuestras palabras, sino en nuestra disposición a obedecerle y a servirle. Jesús dice: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21). O sea que el amor a Jesús tampoco es en primera instancia una cuestión de sentimientos, sino el llevar a la práctica en el día a día Su voluntad. Es una manera consciente de someterse a la voluntad de Dios, la cual nos es revelada en su Palabra. Por eso es tan importante que leamos a diario la Palabra de Dios, para que crezcamos en el conocimiento de su voluntad. Esta también fue la petición del apóstol Pablo a favor de los colosenses: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad” (Colosenses 1:9). ¿Por qué oró de esta manera? El versículo 10 nos da la respuesta: “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. ¿Realmente ama a Jesús? ¿Este amor lleva fruto en lo cotidiano?
Por Werner Beitze