“Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió”.
Mateo 27:11-12
Él, quien tiene poder sobre la naturaleza, las enfermedades, los espíritus malos, el pecado y la muerte, se halla ante Pilato, el gobernador, y no dice ni una sola palabra para defenderse. Él podría haber hecho que todos callaran, pero en este momento solo hay una cosa importante para Jesús: ¡Que la voluntad de su Padre sea hecha! De Su mano, Él toma su vida y su muerte. Jesús va por el camino de la obediencia absoluta. Anduvo ese camino por nosotros; por usted, por sus familiares y amigos, pero también por sus enemigos, sí, por todo el mundo. Pues Él vino para buscar y salvar lo que se había perdido. Ludwig Hofacker, un siervo de Dios de Württemberg, cierta vez cuando un amigo lo visitó estando él enfermo, expresó lo siguiente acerca de Jesús: “¡Este es mi varón, este es mi varón!”. Sí, Él es el varón que un día juzgará a todas las personas: “…por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). ¡Querido lector, Jesús dejó su gloria para rescatarlo! ¡No escondió su rostro de oprobio y escupitajos! ¿A quién elegirá usted hoy? ¿A Barrabás o a Jesús? Recuerde: nadie puede servir a dos señores. ¿A cuál quiere? Una cosa es segura: ¡El Nazareno lo quiere a usted!
Por Walter Dürr