“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres (más que el nombre de Jesús), en que podamos ser salvos”.
Hechos 4:12
Son cada vez más fuertes las voces que proclaman la unificación de todas las religiones. Y, evidentemente, esta declaración de Jesús es molesta: “Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Observemos bien, estamos ante las palabras de Jesús y de ninguna manera ante un invento de algún cristiano fundamentalista. ¿Jesús fue tolerante? Sí, claro, pero al mismo tiempo proclamó toda la verdad. Si a mi hijo le prohíbo tocar la caldera caliente porque podría quemarse, no soy intolerante, sino que le estoy diciendo la verdad. Por tanta tolerancia mal entendida –según la cual se quieren mezclar todas las religiones– no se reconoce que eso significa tirar por la borda las verdades bíblicas. O solo existe un camino hacia Dios, es decir, Jesús, y todos los demás son callejones sin salida, o bien Jesús mintió. Entonces no valdría la pena seguir con el tema. Créalo: ¡La Biblia, la palabra de Dios, es la verdad! En el correr del tiempo nunca tuvo que corregirse. Todo lo que Dios ha dicho se cumplió y se seguirá cumpliendo. “No hay otro nombre bajo el cielo” que nos haya sido dado para que lo llamemos y seamos salvos. Es decir: ningún Buda, ningún Mahoma, ningún Confucio, ningún Papa, ninguna María ni cualquier otro nombre, sino única y exclusivamente Jesús. Esto es una realidad en cualquier parte del mundo, ya sea en oriente u occidente, en el Caribe, en el desierto o en la selva. Solo Jesús puede regalar perdón de los pecados y vida eterna.
Por Thomas Lieth