“…por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo”. Deuteronomio 10:9
Los levitas estaban separados para servir al Señor. Debido a ello no recibieron ninguna heredad entre el pueblo de Israel, sino que dependían de aquello que el Señor les daba a través de Su pueblo. O sea que estaban en total dependencia del Señor. Esto es algo difícil de admitir, pues cada persona anhela ser independiente. Por eso nos resulta difícil confiar plenamente en el Señor. Preferimos asegurarnos por todos lados a la manera humana. No nos animamos a confiar únicamente en Dios y en sus promesas. Pero este es un punto muy importante para nuestra vida, si es que queremos con ella llevar fruto para su honra. Pregunta: ¿Qué podría ser más seguro en este mundo que tener de aliado al Todopoderoso? ¡Nada! Todos los soportes terrenales y humanos en los que nos apoyemos se derrumbarán y nos desilusionarán. Pero el Todopoderoso no nos fallará por toda la eternidad. Explícitamente lo prometió: “No te desampararé, ni te dejaré”. De manera que también nosotros podemos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5-6). “No perdáis, pues, vuestra confianza, (o bien no confíen en cosas humanas) que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:35-36). ¡Confíe en el Señor en todos los aspectos de su vida! Solo Él merece nuestra confianza – Él es el único que nunca nos decepcionará.
Por: Werner Beitze