
“Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es bienaventurado”. Proverbios 29:18

Nosotros los humanos dependemos de las profecías, o bien revelaciones de Dios. Sin la Palabra de Dios, el hombre no podría vivir. Sin ella vive desorientado y sin metas. No sabe ni de dónde viene ni a dónde va. No conoce la diferencia entre lo bueno y lo malo. Sin la revelación de Dios, el hombre sencillamente no es capaz de vivir. ¿Pero cómo se ve esta revelación de Dios? ¿Él aún se manifiesta hoy en día? Sí, y de hecho en distintas maneras. Cada primavera, por ejemplo, se manifiesta su poder creativo, y cada recién nacido es una prueba de su absoluto poder y sabiduría. Lamentablemente, el hombre quiere ser independiente y estar sin Dios. Pero ningún estado, ninguna sociedad, ninguna familia, ningún hombre puede en definitiva vivir sin la revelación de Dios. Dios primeramente habla mediante la Biblia. Los diez mandamientos son la expresión de su santa voluntad. Si un Estado intenta salir adelante sin estos fundamentos, tarde o temprano desaparece del mapa de la política mundial. La Unión Soviética proclamó: “Dios no existe”. Solo sobrevivió 70 años. Este Dios, al cual negaron, aún vive hoy, pero la Unión Soviética ya no existe. Friedrich Nietzsche exclamó: “Dios está muerto, en Dios se deifica la nada”. Pero su vida fue una absoluta tragedia. Nunca pudo salir de sus vicios, fue un perseguido por el diablo y murió de manera horrible, en gran soledad, en la locura. Sin la profecía de Dios, nada es posible. Lamentablemente, muchas veces buscamos demasiado lejos, en sueños, señales y milagros. Cuando en realidad la revelación de Dios está en la Biblia. ¡Esta es suficiente, tanto para la vida como para la eternidad!
Por: Samuel Rindlisbacher.