
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”.
Juan 10:10-11

Si alguna vez fue víctima de un robo, sabe lo reales que son las palabras que Jesús dice acerca del ladrón. Adonde vaya, solo tiene una cosa en la mente: hurtar, matar y destruir. El Señor nos quiere advertir acerca de los robos en lo que se refiere a nuestra vida espiritual. El ladrón al que hace referencia nuestro Señor se llama Satanás, diablo o enemigo. Y este solo tiene un propósito: robarnos nuestra nueva vida, la paz en el Señor, la bendición que a diario nos da Jesús. Su táctica es la del ladrón. El delincuente, por lo general, conoce bien los puntos vulnerables y sabe cuál es el lugar más sencillo para penetrar. Lo mismo también sucede con el diablo. Él conoce muy bien nuestros puntos débiles, sabe cómo sacarles mayor provecho para atacar en el momento propicio y hacernos caer. ¡Qué diferente es nuestro Señor Jesús! Él dice: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Si lo aceptamos en nuestro corazón, Él nos da vida eterna, y ese es un regalo de Dios, tal como dice en Romanos 6:23. Eso significa que con la muerte no se termina todo. Satanás de ninguna manera quiere que el hombre reciba este regalo y, si ya lo tiene, intenta sea como fuera hacerlo caer en pecado. Estemos atentos y no le demos cabida al ladrón en nuestro corazón, antes bien, que sea Jesús quien lo colme. Él sabe muy bien lo que necesitamos y nos lo quiere dar a diario. ¡Él nos basta, con abundancia nos colmó!
Por Markus Steiger.