“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró”.
Mateo 13:45-46
1. Un mercader salió en busca de una perla. Así también Jesucristo vino a buscar y a salvar todo lo que se había perdido.
2. La perla se origina en el sufrimiento, a través de una secreción que la ostra segrega en el momento que un cuerpo extraño se incrusta en ella. La Iglesia se originó a partir del sufrimiento de Jesús en la cruz.
3. La perla fue comprada. La Iglesia de Cristo fue comprada por la preciosa sangre de Jesús, de manera que el apóstol Pablo pudo decir: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20).
4. Durante su formación, la perla no puede verse. Está escondida en la ostra. También la Iglesia era un misterio, escondida con Cristo en Dios.
5. Una perla se crea con añadiduras, con el tiempo se vuelve más grande y hermosa. Este proceso puede tardar de 10 a 50 años. Comenzó con once discípulos. En pentecostés eran 120 personas las que formaban la Iglesia primitiva, y se volvieron tres mil.
6. En el judaísmo se le prestó muy poca atención a la perla, en cambio, en Grecia fue muy apreciada y se convirtió en símbolo de riqueza y triunfo.
7. La perla recién se vuelve un objeto precioso y visible cuando se la saca de su lugar de origen. Recién cuando la Iglesia, en el momento del arrebatamiento, sea quitada del lugar de su origen, es decir, la tierra, se hará visible la perfecta perla en la mano del Señor Jesucristo, la cual se presentará sin mancha ni arruga ante Dios (Efesios 5:27).
Por Norbert Lieth.