“Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa…”.
Salmos 57:8
¿Es este mi verdadero sentir hoy día, despertar y alabar? ¿Está su corazón lleno de alabanzas a Dios al punto de desbordarse? Si es así, usted es alguien verdaderamente dichoso. La felicidad no depende de la cuenta bancaria. La paz con Dios a través de Jesucristo es la razón de la verdadera felicidad. En la Palabra de Dios, tomemos por ejemplo el libro de los Salmos, se encuentran verdaderas minas de oro. El rey David tuvo experiencias que también usted puede tener si en su necesidad depende completamente de la ayuda del Señor. Si usted canta y alaba lleno de confianza, el Señor se manifestará como ayudador en tiempo de necesidad. Él no deja a nadie desamparado. Tampoco nadie podrá reprocharle a Dios que le haya dejado a la deriva. Dios valora más una alabanza elevada en tiempos de necesidad, que aquella que se eleva cuando todo está en su curso normal. Tal vez usted alegue que hoy no está de humor como para cantar alabanzas. Entonces no tiene que tratar de procurar vehementemente el llegar a otro estado de ánimo por usted mismo. Eso no sería sincero y no le daría la oportunidad a Dios de obrar en su compasión. A pesar de todas las contrariedades, comience a agradecerle a Dios por todas las bondades que ha experimentado hasta este momento. Lo que Jesús hizo en el Gólgota es el motivo de nuestra mayor bienaventuranza. Él se merece que, a lo largo de toda nuestra vida, le cantemos alabanzas, le demos la gloria, y todo el agradecimiento. Mientras estamos agradeciendo y alabando, la presión de nuestra alma se disipa. Lea el Salmo 57 en espíritu de oración. Esto le demandará su fuerza de voluntad, pero vale la pena. Vivirá la experiencia sobrenatural de que la Palabra de Dios le transforma y le da gozo. Mediante una alabanza sincera, la luz divina fluye hacia su alma.
Por Burkhard Vetsch