“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura (…) pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
1 Samuel 16:7
Este versículo bíblico, por un lado, es un gran consuelo, que Dios no juzga según lo que el ojo humano ve. Su mirada es más profunda, llega hasta el corazón, hasta lo más íntimo del hombre. Por otro lado, nos exhorta a que tampoco nosotros juzguemos de acuerdo a lo exterior, según lo que nuestro ojo puede apreciar. El mismo profeta Samuel, un hombre tan agraciado, tenía esta debilidad. Se dice que el hombre registra el 80 % de todas las impresiones con la vista y solo un 20 % con el oído. Es por eso que la televisión es un medio tan peligroso, porque reduce la capacidad de juzgar espiritualmente y ver más allá de la simple superficie. A veces se habla acerca de un “sexto sentido”. Como creyentes en Dios, necesitamos imperiosamente un sentido que vaya más allá de la capacidad natural de percepción del hombre, es decir, la capacidad de ver con el corazón. Pablo oraba por los efesios que habían aceptado a Cristo, para que Dios alumbrara los ojos internos del corazón (Efesios 1:18), pues sabía que esto edificaría y fortalecería su fe. En los tiempos antiguos, Dios lamentaba la ceguera espiritual de su pueblo Israel, pero también el pueblo del nuevo pacto, a través de las cartas a las siete iglesias de Apocalipsis, es advertido acerca de la ceguera espiritual que proviene de la sobreabundancia de las cosas materiales. Por eso queremos seguir el consejo de la Escritura y comprar colirio, para que podamos ver, es decir: que podamos contemplar mucho mejor su Palabra para que la capacidad de visión de nuestro ojo interior sea fortalecida.
Por Fredi Winkler