“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
Mateo 21:22
El Señor Jesús expresa aquí una tremenda promesa para nuestra oración. Hay cristianos que sobre la base de esta declaración aguardan sanidad y otro tipo de milagros, según el lema: “Solo hay que creer”. Pero si no hay una contestación, en su opinión, la persona implicada no ha tenido suficiente fe. ¿Qué pensamientos nos surgen al leer esta promesa? Tal vez la hayamos probado en algún caso concreto, pero no hemos recibido respuesta a nuestra ferviente oración. Luego nos sentimos inseguros y dejamos de orar al respecto. Pero no podemos olvidar que también las oraciones que aparentemente no han sido contestadas sirven para que seamos transformados conforme a su imagen, siendo que las mismas maduran nuestra fe y nos hacen más aptos para el servicio. Sin lugar a dudas, el Señor con esta palabra no quiere desanimarnos, sino todo lo contrario. Para los discípulos de Jesús es una promesa muy valiosa. Como discípulos seguimos en todo a nuestro maestro. Como Él, también nosotros debemos buscar en cada instancia de nuestra vida la gloria de nuestro Padre. Si en todo tiempo, en oración, buscamos honrar a Dios y pedimos conforme a su voluntad, experimentaremos la oración contestada, aunque no siempre será en la forma en la que nos imaginamos. Pero si de nuestro corazón, con la confianza de un niño, elevamos al Padre celestial una oración en el nombre de Jesús basada en su voluntad, Él a su manera contestará en forma maravillosa. Hoy Dios nos pregunta: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías 32:27). Por eso nos acercamos confiadamente con todas nuestras peticiones, y le pedimos tal y como piden los discípulos.
Por Dieter Steiger