“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”.
Hebreos 11:8
Abraham nos es a todos un gran ejemplo en nuestro peregrinaje hacia el encuentro del Señor. Él creyó en las promesas de Dios. Cuando el Señor lo llamó, Abraham lo dejó todo por hacer Su voluntad: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo (…) Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán (…) para ir a tierra de Canaán” (Génesis 12:4-5). ¿Nosotros también somos esta clase de herramientas flexibles en las manos de Dios? Es impactante observar cómo los atletas viajan de un país a otro con tal de ganar un trofeo pasajero. Cuanto más nos deberíamos dejar enviar nosotros los cristianos para llevar la antorcha, la luz del evangelio, a todo el mundo, para que aún muchas personas por el poder del Espíritu Santo se vuelvan un sacrificio agradable a Dios. ¿Está dispuesto a ir donde quiera que Él lo mande? Abraham estuvo dispuesto a sacrificar lo presente por lo futuro. Cambió el hogar por lo desconocido. Fue hacia donde lo envió el Omnipotente. El camino que emprendió estaba empedrado con difíciles y diversas pruebas. Y no siempre marchó todo según su agrado, pero Aquel que reina en el cielo auxilió a su siervo y a su esposa Sara en todo momento. Esta exhortación también es para usted: anímese a tomar con Jesús pasos ciertos. En cualquier momento puede regresar el Señor; seguramente, usted no querrá presentarse con las manos vacías ante Aquel que dio Su vida por usted. Tengamos siempre presente que aquí no tenemos un lugar permanente. Abraham no desechó la Palabra de Dios, y así se volvió una bendición para muchas, muchas personas.
Por Walter Dürr