“Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Dios bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”.
Job 1:21-22
Nuestro vecino, con el cual muchas veces conversamos sobre la Biblia y quien regularmente lee la Palabra de Dios, me dijo que está completamente de acuerdo con esta declaración. Este versículo lo había leído casualmente una vez. Dijo esto después de que hubiera un incendio en su casa y perdiera muchas cosas. ¿Conoce usted la historia de Job? Dios permitió que en un día perdiera todos sus bienes y a sus diez hijos. A pesar de que le dolía profundamente, aceptaba cada una de estas cosas de la mano de Dios. Él veía a Dios por encima de todo, y creía que Él conducía todo. Job no entendía los caminos de Dios, pero se sujetaba a Su voluntad. Y a pesar de que su cuerpo estaba deteriorado por la enfermedad, podía exclamar: “Yo sé que mi Redentor vive” (Job 19:25). ¿No nos es Job con esto un gran ejemplo? Nosotros nos quejamos, y muchas veces, por cosas totalmente secundarias. ¿Dónde quedan allí el gozo, la gratitud divina y la paz interna? Aunque el Señor permita cosas en nuestras vidas que no nos gusten, las mismas sirven para nuestro bien. Querido lector, quizás le ha tocado experimentar un accidente, una enfermedad, la muerte de un ser querido o cualquier pérdida. Recuerde esto: Dios lo ha permitido y Él sabe lo que es bueno para usted. Él quiere que, a través de su reacción, le dé gloria. Él le dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”(Jeremías 29:11).
Por Stephan Beitze