“Dios es amor”.
1 Juan 4:8
Esta declaración es el versículo clave de toda la Biblia. Dios muestra su amor para con nosotros en el hecho de que se acuerda de todas nuestras necesidades. Él es el que nos coloca ante Jesús para que escuchemos su palabra y la obedezcamos. De esta forma, el pecador experimenta la misericordia rica de Dios, se convierte en un hijo Suyo, recibe el perdón de sus pecados y la fortaleza del Espíritu Santo, por quien el creyente dice: “Abba, Padre” (Romanos 8:15). Llega a la dignidad real y sacerdotal para practicar misericordia. Cuando se presenten luchas en la vida cristiana, el amor del Señor permanecerá. Aun cuando no nos libre inmediatamente de ellas. Su meta es que nuestra batalla tenga un buen resultado, que venzamos lo malo con lo bueno para alumbrar, como hijos de luz, en un lugar oscuro. El apóstol Pablo tuvo que sufrir mucho por causa del nombre de Cristo, pero en todas las ocasiones el Señor le ayudó a salir adelante. Dios conoce su situación de vida. No se ha olvidado de usted. Isaías 49:15-16 también vale para usted: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”. Confíe en Él. Dios demuestra su amor hacia nosotros en que nos disciplina. Eso suena raro para nuestros oídos “modernos”, pero sirve para nuestro carácter. Por eso, vale la pena someterse al Padre espiritual, para que vivamos. Tenga en cuenta: Su amor, para el pecador que está dispuesto a arrepentirse, es inexplicablemente grande e ilimitado. ¿Por qué? Porque ha demostrado su amor al entregar a su Hijo amado. “¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
Por Walter Dürr