“Pero solo una cosa es necesaria…”.
Lucas 10:42
En nuestros días no falta todo tipo de distracciones. Como creyentes, también estamos expuestos a un constante bombardeo de informaciones, publicaciones, noticias, etc. Los medios apelan a nuestros sentidos y nos despiertan los deseos. Así nació la sociedad de consumo, la “generación satisfecha”, plagada de pluralismo y de la globalización. Esta tendencia tampoco se detiene ante las puertas de las iglesias. Aunque el bote se encuentre en el agua, el agua no debe penetrar en el bote. Un ejemplo de esto nos es María de Betania. Mientras su hermana Marta se estresaba sirviendo al Señor, ella se apartó de los quehaceres para escuchar al Maestro. El Señor halagó su bendita sencillez. Al joven rico el Maestro le contestó su pregunta con respecto a la vida eterna, diciéndole: “Solo una cosa te falta” (Mateo 19:16-22). ¡Le faltaba precisamente la persona de Jesús! En lo que concierne al apóstol Pablo, leemos en Filipenses 3:13-14: “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…”. Él estaba lleno de esa pasión, de cumplir bajo cualquier circunstancia con el llamado que el Señor le había dado, y no permitió que nada lo desviara de esa meta. Jesús tiene que ser y permanecer siendo lo único. No nos dejemos desviar de la meta, de modo que las cosas secundarias pasen a ser las más importantes. Existe un gran peligro de que estas cosas nos envuelvan de tal forma que sin darnos cuenta terminemos desviándonos hacia la banquina. Cuidémonos de sustituir nuestra comunión con el Señor con cualquier otra posible actividad. Solo así viviremos cada día con un buen rumbo. De esa forma, a partir de nuestro encuentro con el Vencedor, enfrentaremos las tareas de cada día.
Por Dieter Steiger