“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”.
Juan 6:66
Aunque la numeración recién se introdujo en tiempos posteriores y no tiene que ver directamente con el texto, nos salta a la vista un número interesante: ¡666! Sin duda, aquí se descubre la verdadera forma de pensar de una gran cantidad de discípulos. Frente a la multiplicación de panes, la sanidad de los enfermos, las lindas prédicas, las señales y los milagros, muchos dijeron que sí. Pero cuando se llegó al fondo, a la entrega total a Jesús y a la completa identificación con Su persona, dijeron que no. La salvación, el perdón de los pecados, el quebrantamiento, el perder la vieja naturaleza, el ser crucificados con Cristo, el ser lavados con la sangre del Cordero y el arrepentimiento, todo eso en algunos lugares es rechazado como si fuera una teología decadente. “No digas nada que pueda ser ofensivo”, dice el dicho. A esta filosofía también pertenece la música (a menudo mundana) que se tolera en los cultos. El obrar así parecería garantizar el éxito. Pero el Señor Jesús resalta que el siervo no puede estar por encima de su maestro. Los falsos maestros, las verdades bíblicas a medias en las que solo se resalta lo positivo, las bendiciones, parecen ser hoy día parte del “otro evangelio” de los “discípulos”, los cuales eran reacios a las palabras, a veces duras, de Jesús. La Palabra de Dios ya no se encuentra en el centro, sino que ese lugar es ocupado por las emociones agradables, las experiencias espirituales y el compenetrarse con uno mismo. El concepto “enseñanzas bíblicas” ha sido eliminado de nuestro diccionario. “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él” (Juan 6:56). Esta palabra fue la que originó el rechazo. Este es también el mensaje que aún hoy penetra los espíritus y las iglesias como una espada de doble filo. Examinemos nuestra motivación a la luz de Su Palabra.
Por Reinhold Federolf