“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.
Proverbios 14:12
A veces nos da la impresión, al principio, de que un camino es correcto, pero más tarde resulta ser incorrecto o incluso una trampa. Quisiera contarles un ejemplo que vivimos en un viaje con nuestro ómnibus misionero. Circulábamos por una carretera asfaltada en Argentina, y buscamos una zona de estacionamiento al borde de la misma (las carreteras en Argentina tienen una senda ancha de tierra al costado de ellas, en las que los vehículos pueden detenerse). Llovió toda la noche y esta senda estaba embarrada. Buscamos un lugar lo suficientemente estable y pensamos haberlo encontrado, pero resultó ser un error. Cuando entramos nos dimos cuenta inmediatamente de que no se trataba de tierra firme, sino que era puro lodo, pero ya no podíamos volver atrás, así que quedamos atascados. Juntamos ramas y maderas para colocarlas debajo de los neumáticos, pero todo fue en vano. Un tractorista voluntarioso intentó varias veces remolcar el ómnibus, pero también fue en vano. No nos quedó otra alternativa que llamar a los bomberos. Ellos consiguieron llevarnos a la senda correcta. ¿Acaso no sucede esto mismo en nuestras vidas a menudo? Un camino nos parece correcto, y lo tomamos, pero pronto terminamos en el lodo. Utilizamos todos los métodos posibles para lograr salir, pero no nos dan resultado. A veces nos lleva mucho tiempo encontrar la dirección correcta: el Señor Jesucristo. Él quiere y puede librarnos. “Invócame en el día de la angustia; te libraré…” (Salmos 50:15). Si usted quedó atascado, ¡invoque al Señor! Él le ayudará y le guiará a la senda correcta.
Por Erich Schäfer