“Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios: Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida; los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra; las langostas, que no tienen rey, y salen todas por cuadrillas; la araña que atrapas con la mano, y está en palacios de rey”.
Proverbios 30:24-28
Estos versículos nos dan valiosos parámetros espirituales cuando los comparamos con el “pueblo débil” de la iglesia de Cristo. La iglesia del Señor debería en primer lugar parecerse a las hormigas. Estas recogen, con una increíble sabiduría, sus alimentos en el verano. Su esfuerzo también nos debería recordar hoy día la necesidad del alimento espiritual. ¿Usted se está alimentando espiritualmente? ¿Acaso los conejos no descubrieron el secreto de una casa edificada en la roca? En todas las tormentas de la vida, cuando no se pueden ayudar ni a sí mismos, buscan el refugio en Dios, “porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos” (Isaías 26:4). La Iglesia de Cristo también debería parecerse más a las langostas. Inconscientemente, nos dan un ejemplo de vida espiritual. Sin tener un rey visible, líder o jefe, viven según un invisible y misterioso principio de liderazgo. Así “salen todas por cuadrillas”. ¿No valdría la pena motivar ese tipo de liderazgo también entre nosotros? Las langostas se encuentran en algunos países en forma muy abundante. Prendidas a las paredes, aborrecidas por muchos, o no tomadas en cuenta por otros, observan inmutables el mundo que las rodea, dando al mismo tiempo su testimonio. ¿Acaso no quisiéramos igualar a las langostas como testigos de Jesús, llevando Su evangelio a tiempo y fuera de tiempo?
Por Eberhard Hanisch