“No te desampararé, ni te dejaré”.
Hebreos 13:5
Esta promesa que viene de Dios es de tremendo aliento para nuestras vidas cuando atravesamos por problemas, necesidades o sufrimientos, ya que también en estas situaciones de la vida, Él quiere estar cerca de nosotros, sin dejarnos faltar su cuidado. Por eso, Pablo pudo escribirles a los romanos: “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4). Incluso en situaciones y circunstancias difíciles, nunca seremos abandonados por Dios. Por el contrario, el Espíritu de Dios actúa milagrosamente en nuestros corazones, haciendo madurar frutos que glorifican al Señor, tales como paciencia, prueba y esperanza. Uno de sus hijos puede ser llamado a caminar por sendas difíciles, pero puede y debe contar siempre con la presencia del Señor, con su compañía y su cuidado. También David supo de tiempos de gran prueba y necesidad, pero pudo testificar: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno”. ¿Por qué? Porque él contaba con el Dios vivo, y no fue decepcionado: “…porque tú estarás conmigo; tu vara y tu callado me infundirán aliento” (Salmos 23:4). La presencia de Dios es suficiente para usted y para mí, y quiero resaltarlo nuevamente: Podemos estar seguros de su presencia, aún (y precisamente) cuando Él, en su amor divino, determina algo difícil para nuestras vidas. ¿Qué más podemos desear que su protección paternal, su bondad y ayuda? “No te desampararé ni te dejaré”. Concédale a nuestro omnisciente y amoroso Señor toda su confianza en todas las situaciones.
Por Werner Beitze