“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”.
Proverbios 10:12
Un hombre condenado a muerte está en la cárcel. Él maltrató a su esposa, violó a sus hijos y asesinó brutalmente a una pareja de jubilados por ochenta y dos dólares. Ahora está sentado en la celda de los condenados a muerte, esperando la ejecución de la condena. Un día viene alguien a su celda. Nunca había visto a un hombre como él. Este hombre emanaba paz y amor, pero también respeto. Le dice al condenado: “Si quieres yo tomaré tu condena sobre mí. Puedes irte, eres libre. Yo iré por ti a la muerte. Si quieres, ve y lleva una mejor vida”. Este condenado es usted y soy yo. Hemos maltratado a nuestros hermanos con mentiras y engaños, hemos blasfemado a nuestro Dios con maldiciones, y hemos hecho mal uso de Su nombre; hemos asesinado a Jesucristo, ya que su pecado y mi pecado fueron los que lo llevaron a la cruz. Este Jesús es aquel que vino al mundo, a nuestra cárcel, para liberarnos. Él venció al infierno, a la muerte y al diablo para poder salvarnos. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). ¡Eso es amor! ¿Usted quiere dejarse liberar y amar? ¿Quiere ser salvo? Entonces arrodíllese hoy, ore a Dios, y agradézcale por este regalo.
Por Thomas Lieth