
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
1 Corintios 15:57

¡Cuánta seguridad y certeza nos transmite esta declaración ante la tentación! Pues no hay nadie más grande que Dios, el Todopoderoso, el que nos dio la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Tal vez esto podría ilustrarse con el siguiente ejemplo: un oficial de policía (suponiendo que pueda ser identificado como tal), por la autoridad que le imparte su cargo, puede detener el tránsito o controlar a ciertos conductores. Esto lo puede hacer únicamente porque cuenta con el respaldo del poder del Estado. Lo mismo sucede con nosotros como creyentes: tenemos la victoria sobre toda adversidad y sobre todo tipo de tentación porque el ilimitado poder de Jesucristo nos respalda, y contamos con la armadura de Dios, específicamente con su Palabra. Pero debemos apropiarnos de esa autoridad, de la misma manera en la que el policía uniformado debe elevar su mano para detener el tránsito. Por eso hoy, por medio de la fe, debemos apropiarnos nuevamente de la victoria de Jesucristo. Enfatizo una vez más, ni más ni menos que el Todopoderoso nos prometió que la victoria de Jesucristo es también nuestra victoria. ¡Qué tremendo e inimaginable poder! Tal vez usted esté pasando en este momento por alguna adversidad que le parece insuperable. Es justamente entonces que debe proclamar: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Cristo alcanzó esta victoria por medio de la cruz. Nosotros ya no necesitamos alcanzarla, antes bien, podemos vivir plenamente gracias a la victoria consumada de Jesús.
Por Conno Malgo