
“Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos”. Ezequiel 24:16

El quitarle la esposa al profeta Ezequiel debía servir como ilustración de lo que sería quitarle seguidamente el santuario al pueblo de Israel: el Templo. Llama la atención con cuántos atributos es descrito el Templo en este capítulo. Sabemos que en el sentido del Nuevo Testamento, la Iglesia de Jesús es constituida como templo espiritual. Así que podemos aplicar estos atributos también a la edificación de la Iglesia del Señor: lo deseable, el deseo de tus ojos, el gozo de su hermosura, el santuario, el orgullo, la gloria de vuestro poder, la protección de la cual se enorgullecen, vuestro refugio, el deseo, el anhelo de vuestra alma. Todos estos términos podemos encontrarlos en la descripción; dependiendo de la traducción, podemos encontrar aún más. Los mismos nos muestran cuánto significa la novia para Jesús, la cual fue comprada con su sangre. Él quiere estar orgulloso de su Iglesia. ¡Anhela por ella! ¿Y qué podemos decir de nosotros? Esto nos pone a prueba: ¿qué grado de valor tiene la congregación de Jesús para mí? ¿Es realmente mi deseo y mi anhelo su bienestar, su crecimiento espiritual, la sanidad de su enseñanza, la sanidad espiritual de cada uno de sus miembros y su crecimiento en la Palabra? ¿Es el deseo de mi alma trabajar para ella o es esto una carga para mí? ¿Es para mí un gozo dar para ella o es un mal necesario? ¿Es un gozo para mis ojos verla bien y sana o me es indiferente? Si ella está bien, ¿me llena de orgullo? Si nosotros pertenecemos a esta congregación, de la cual Jesús siente orgullo, ¡entonces podemos y debemos sentir el mismo orgullo! ¡La construcción es única!
Por Stefan Hinnenthal