
“Y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero”.
Génesis 6:16

Ninguna puerta esotérica, religiosa o humanista concede la entrada al arca celestial, sino solo Cristo, el que dijo de sí mismo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo” (Juan 10:9). Jesús no representa una parte de la verdad. Él dice ser la verdad absoluta: “Yo soy (…) la verdad (…) nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). La puerta del arca debía estar ubicada en el costado. El costado del cuerpo de Cristo, que fue perforado, es una prueba de su muerte y nuestra salvación: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio (…) para que vosotros también creáis” (Juan 19:34-35). Y así como el arca tenía tres pisos, así también el cielo tiene tres dimensiones: 1. El cielo que observamos desde la tierra. 2. El universo y 3. El ámbito donde está Dios. Noé entró por la puerta al primer piso; luego, al segundo; y finalmente, al tercero. Esto es una figura para el ámbito espiritual: quien busca refugio en Jesús, encuentra la salvación aquí en la tierra y es introducido al arca de la salvación. Esta es la primera estación de nuestra salvación. En la resurrección, o bien el arrebatamiento, los creyentes serán recogidos en las nubes para ir al encuentro con Él. Esta es la segunda dimensión de la salvación. Finalmente, los hijos de Dios estarán siempre con Él y podrán ver su rostro. Esta es la tercera y mayor dimensión de la bienaventuranza. De todas formas es indispensable entrar por una puerta. ¿Usted ya ha entrado por medio de Jesús al arca celestial?
Por Norbert Lieth