
“Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.
Marcos 3:35

La vida espiritual de una persona dependerá de su reacción frente a la voluntad de Dios. Pues el Señor Jesús dice, por otra parte: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). ¿Cuándo podemos, entonces, designarnos “amigos de Jesús”? El Señor da la respuesta a esto: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”(Juan 15:14). ¿Quiere usted pertenecer a la familia de Dios? Entonces haga Su voluntad. ¿Pero cuál es la voluntad de Dios para usted y para mí? “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación (…) sin la cual nadie verá al Señor” (1 Tesalonicenses 4:3; Hebreos 12:14). En otras palabras: ¡debemos hoy más que nunca tomarnos en serio nuestra decisión de seguir a Cristo! Es también la voluntad de Dios que practiquemos el amor entre nosotros: “Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12). ¿Cuál fue la actitud de Jesús frente a Su Padre? “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió” (Juan 4:34). Esta actitud debe convertirse cada vez más en la nuestra: ¿Procuramos la voluntad de Dios en todos los ámbitos? Solo si lo hacemos, podremos contar con Su bendición para nuestra vida. Quien hace la voluntad de Dios, puede estar seguro de que Jesús lo ve como su hermano, o bien como su hermana. Pensemos siempre en que, si el Señor en alguna situación nos muestra un camino, es que tiene pensamientos de paz para nosotros. Nadie conoce mejor que Jesucristo lo que es bueno para nosotros. Inclinémonos nuevamente ante Él en oración y digámosle que es nuestro gran deseo el hacer Su voluntad.
Por Conno Malgo