“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve”. Apocalipsis 22:20
¡El Señor viene pronto! Sin lugar a dudas, es el Espíritu Santo el que vuelve a poner esta promesa ante los ojos de los creyentes convertidos. Pero ahora se le plantea a cada uno una pregunta muy seria: “¿De qué forma o modo espero yo que el Señor venga a arrebatar a su Iglesia?”. Es como en el caso de los tesalonicenses, a quienes Pablo dice: “Cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesucristo, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:9-10). ¡Estos son frutos de una conversión real! Los tesalonicenses dejaron drásticamente su anterior vida “religiosa”, para servir a Dios y esperar a Jesús. Pero esperar al Señor no significa que dejemos de lado nuestras obligaciones profesionales, sociales u otras. ¡No! Con más razón, deberíamos también en estas órbitas ser un testimonio para la honra de Dios. Todo señala hacia la pronta venida de Jesús:
– Los sucesos anunciados en Mateo 24:3-14, referentes a la primera mitad de la semana 70 (libro de Daniel). Ya tenemos una sensación de eso.
– Las palabras “paz y seguridad” de 1 Tesalonicenses 5:3 pronto se harán oír. De eso se preocupan los políticos. Pero seguidamente, en el siguiente versículo, leemos: “…entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina…”, lo cual habla de los juicios apocalípticos.
– El imperio romano, que nuevamente está formándose.
– El anticristo, cuyo carácter se puede palpar en la actualidad.
Sí, el Señor vendrá pronto. ¡Maranata! ¡Procuremos estar preparados!
Por Jean Mairesse