
“Y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
2 Corintios 3:17

¿Quién no sueña con la libertad? Hasta los niños lo hacen. Dicen: “Cuando sea grande quiero…”. En los mayores no es diferente. ¡Cuántas guerras fueron luchadas para ser “libres”! ¡De cuántas ideologías se aferran las personas para encontrar la tan anhelada libertad! Atrás quedaban incontables muertes, lágrimas y tristeza. Durante los años 60, los jóvenes se apartaban masivamente de los mandamientos de Dios. Idolatraban la libertad sexual, las drogas y la música rock. A través de los estupefacientes y diversos ritmos se exponían al ocultismo. Hoy esta forma de vida sin Dios se convirtió en una avalancha, en una correntada que toma cada vez más almas y las arrastra a la perdición. ¿Dónde y cómo puede obtenerse la verdadera libertad? En el Nuevo Testamento, la palabra libertad significa “superioridad e independencia del ser humano frente a naturalezas ocultas”. Si alguien se deja influenciar por lo malo, lo divino está preso en él. El hombre se convierte en un siervo del mal. Esto es entonces una “fatalidad divina”. “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Romanos 1:24). Esta fatalidad divina puede ser liberada solo por Uno: Jesucristo. Se dice de Él: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). ¿Es usted libre? La libertad existe solamente en la íntima relación del hombre con su patria celestial, o sea, en la unión con Cristo. A través de esto recibimos el Espíritu de Dios, quien nos introduce en la gloriosa libertad de los hijos de Dios, a través de la sangre reconciliadora de Cristo.
Por Walter Dürr
2 Comments
Saludos a llamada de media noche.se lo agradezco por sus mensajes son de muchas bendiciones.por favor oren por mi estoy pasando, algunos problemas.ok bendiciones
Dios le bendiga. Nos da gusto saber que Dios obra en su vida con cada mensaje publicado.
Estaremos orando por su vida.