
“Y así robaba Absalón el corazón de los de Israel”.
2 Samuel 15:6

El rey David es un hombre que de forma maravillosa en la Biblia se refiere proféticamente a Cristo. En cuanto a Absalón, su hijo, aquí trata de apartar a las personas de David y ganarlos para sí mismo, lo cual hace referencia a un hecho que lamentablemente puede observarse dentro de la Iglesia de Jesús en forma reiterada: el robo de corazones. El apóstol Pablo dice: “Porque para Dios somos grato olor de Cristo (…) siendo manifiesto que sois carta de Cristo” (2 Corintios 2:15; 3:3). Estas son cualidades que deberían caracterizar a un hijo de Dios. Si están presentes, cumplimos con una de las más importantes obligaciones de un cristiano: conducir a otros hacia el Salvador. Pero si no somos “grato olor” ni “carta de Cristo”, entonces ponemos en primer lugar a nuestra naturaleza carnal y conducimos los corazones de las personas hacia nosotros mismos. Esto fue lo que hizo Absalón. No era un punto de partida a partir del cual las personas eran conducidas directamente hacia su padre David, sino que era el final de una calle de una sola vía, llamada Absalón. Procuremos que a través de nuestro andar diario, todo lo que somos y hacemos, las personas puedan ser guiadas hacia Jesús. Si no lo hacemos (nosotros, que somos creyentes) ¡entonces no somos mejores que Absalón! ¿Cómo podemos obtener tal convicción que tiene como meta únicamente la honra de Dios? Pablo le escribe a su hijo espiritual Timoteo: “Acuérdate de Jesucristo…” (2 Timoteo 2:8). La vida de la persona que toma en serio estas palabras no puede, de ninguna forma, robarle corazones al Señor con el fin de ganarlos para sí mismo.
Por Marcel Malgo