
“Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre”.
Isaías 32:17

La paz siempre fue una ilusión de la humanidad, pero este sueño fue destruido desde siempre por las guerras. A menudo, en las conferencias de paz se siembra la semilla que ocasionará la próxima guerra, debido a que los arreglos no son del todo justos. La paz es fruto de la justicia. Debemos sembrar justicia para cosechar paz. Esta ley vale tanto en la célula familiar como en las relaciones interestatales. Es interesante que el denominado “reino de mil años de paz” en la Biblia nunca es nombrado como “reino de paz”. Y cuando se habla del eterno reino de Dios, siempre está relacionado con el derecho y la justicia. Solo el derecho y la justicia pueden traer paz eterna, y solo Dios es perfectamente justo. El anhelo por la paz muestra el deseo del hombre por lo que perdió a causa del pecado. Dios se queja del pueblo de Israel: “Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos. Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar” (Isaías 48:18). El hombre infringe los santos mandamientos de Dios, pero no sin castigo. Por eso en el mundo hay cada vez menos paz, a pesar de que son muchos los esfuerzos por mantenerla. Pero todo esto finalmente fracasará, porque la humanidad más que nunca pisotea los santos mandamientos de Dios. Por esta razón Cristo pastoreará a los pueblos con vara de hierro, esto significa que les dará énfasis a sus mandamientos. Solamente así reinará la paz. Por eso queremos amar sus santos mandamientos y obedecerlos con agrado, para que así la paz de Cristo pueda estar con nosotros.
Por Fredi Winkler