
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Naftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.
Isaías 9:1-2

Esta preciosa promesa vale para todos aquellos que hoy están en tinieblas, en contacto con cosas ocultas; para aquellos cuyo corazón está quebrantado o que sufren depresiones. Les aseguro que esta promesa tiene a través y en Jesucristo su total validez. Eso significa que aquellas personas que hoy están en tinieblas, no necesitan permanecer ahí. Que aquel que camina en la oscuridad puede ver una luz, y que para aquellas personas que viven en oscuridad, esa luz brillará sobre ellos. No debemos perder la fe en esta verdad bíblica absoluta, aunque todos los sentimientos y experiencias se rebelen contra eso. En Isaías 42:16 dice: “Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas haré y no los desampararé”. ¿No son estas palabras de consuelo y aliento? Sigamos nuevamente al Príncipe de Luz, quien dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Por Marcel Malgo