
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.
Romanos 1:20

Esto es válido para todas las personas. La situación hoy día refleja en todos lados la misma tragedia: idolatría, miedo a demonios, disputas y muertes. La gente no le da la honra al verdadero Creador, debido a que el pecado oscureció su entendimiento. Esto no sucede tan solo con habitantes primitivos, es decir, con aborígenes, indígenas o pigmeos. Incluso en el occidente, que supuestamente está libre de prejuicios, los científicos con sus túnicas blancas se arrodillan, no frente a Baal, sino ante el “Big Bang” (teoría de creación explosiva). Según dicen, todo se originó a partir de la misma, sumada al paso del tiempo y a una ciega coincidencia. En Romanos capítulo 1, nos da pavor ver tres veces la siguiente expresión: “Por lo cual Dios también los entregó…” (v. 24). Estas son claras señales de la decadencia del sentido común, el cual hoy en día es ahogado por la inmoralidad y el suicidio intelectual. Job, sin embargo, aconseja lo siguiente: “Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo?” (Job 12:7-9). El hombre entra cada vez más profundamente en los secretos de la creación, descubre cosas maravillosas, geniales, y copia algunas de ellas para aplicaciones prácticas (biónica). “¡En millones de años la naturaleza descubrió cosas fantásticas!”. Dios no dejará sin castigo tal forma de pensar. ¡El investigar y descubrir demuestra precisamente que (solo) el hombre fue creado a semejanza de Dios! Incluso en el último libro de la Biblia dice: ¡Den la honra a Dios!
Por Reinhold Federolf