
“…completaré el número de tus días”.
Éxodo 23:26

Vivir mucho y al mismo tiempo no envejecer, ¿es ese su deseo? Dios regala vida y la vuelve a reclamar. Él promete: “Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré” (Isaías 46:4). Dios le dio a su pueblo, Israel, instrucciones para vivir y lo exhortó a la fidelidad a Él con la siguiente promesa: “…Completaré el número de tus días” (Éxodo 23:26). También le prometió: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26). Pero la edad a veces paga un alto tributo. Salomón dice: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1). Pedro aconseja: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1 Pedro 3:10). A quienes aman a Dios, Él les asegura su compañía y promete: “Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmos 91:16). ¿Pero qué sucede si un hijo de Dios llega en forma rápida e inesperada a las puertas de la eternidad? ¿Es acaso una sentencia de culpabilidad? ¡De ninguna manera! Dios es soberano. Él tiene un objetivo determinado en sus acciones. Dele gracias si Él le ha regalado salud y tiene muchos años, pero si Él lo prueba mediante el sufrimiento, alábelo de todas maneras con estas palabras colmadas de confianza: “Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia” (Salmos 31:16).
Por Burkhard Vetsch