
“Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Santiago 4:17
“…estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.
1 Pedro 3:15

El saber acarrea responsabilidad. Todo conocimiento requiere una aplicación. Un médico, por ejemplo, está obligado a auxiliar a un accidentado. Cuanto más se sepa, tanto mayor es la responsabilidad –también en el plano espiritual. Jesús dijo: “…a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará…” (Lucas 12:48). Usted, querido lector, conoce la verdad del evangelio de Jesucristo y ha recibido por fe la vida eterna: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). Pudo comenzar algo nuevo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Dios mismo lo selló con el Espíritu Santo (2 Corintios 1:21-22). ¡Esta posición compromete! Si no proclamamos este mensaje, para que también otros puedan experimentar la nueva vida, nos hacemos responsables: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. ¿Siente indiferencia por la situación de su prójimo? ¿No le preocupa que un familiar, conocido o compañero de trabajo se pierda por la eternidad, mientras usted se sabe salvo y no comparte la salvación con ellos? ¿Cuál sería el veredicto de un juzgado si usted deja que una persona se ahogue pese a que tenía en su mano un salvavidas? Propóngase en este día orar por la salvación de una determinada persona. Y cuando se presente la oportunidad, testifíquele el evangelio de Jesucristo.
Por Erich Schäfer